El mejor gramático que ha tenido nunca la lengua española dice que los lingüistas tienen que ser como los médicos: deben saber un poco de todo. Este blog mira el español por dentro y por fuera. Por dentro porque atiende a su gramática y a sus variedades, considerando sus sonidos, sus palabras, sus oraciones, su significado y su uso; por fuera, porque mira la relación que tiene con otras lenguas y cómo es usado en los debates políticos, sociales y culturales. Y todo esto desde dentro de un iglú.

jueves, 26 de abril de 2012

Matrimonio no tiene que ver con 'madre'

Fue en el año 2005; el gobierno, que en aquel entonces estaba metido en la polémica sobre el matrimonio homosexual, pidió consulta a la Real Academia para que se pronunciara sobre si era posible aplicar la palabra matrimonio a la unión legal entre dos hombres. La razón de la pregunta es que había habido sugerencias de que un matrimonio entre dos hombres es una contradicción, porque esta palabra procede de mater (o sea, 'madre' en latín) y de la boda entre dos hombres no resulta ninguno que pueda ser madre biológica. Para sorpresa de algunos, la RAE se pronunció diciendo que no había ningún problema, sencillamente porque –aunque la palabra procede de 'madre'– ya no conserva el significado. O dicho de forma mejor: la gente, al usar esta palabra, no encuentra relación alguna con la que se supone que es la base, y no construye el significado de la palabra a partir del significado que tenga 'madre'. En contraste, el que usa la palabra librería sí asocia su significado con el de libro, y el que usa la palabra camilla puede entender por qué se forma sobre la palabra cama.

Lo que sale de estos ejemplos no es otra cosa que uno de los fenómenos más generales y más intrigantes de la morfología: la demotivación del significado. Se habla de demotivación cuando, aunque es posible reconocer etimológicamente –o sea, históricamente– un componente dentro de la palabra, nadie que use esa palabra asocia su significado con el de ese componente. Un matrimonio no tiene que ver con las madres más de lo que el patrimonio tiene que ver con los padres. Esta demotivación sucede constantemente. ¿Cuántos habían notado –antes de leer la siguiente línea– que guantanamera es una señora oriunda de Guantánamo? Puede que algunos, pero seguro que lo habían notado más hablantes extranjeros que hablantes nativos, porque el hablante extranjero trata de analizar la palabra para memorizarla, y el hablante nativo suele quedarse con su uso más inmediato sin pararse a pensar en de dónde puede venir. Más: ¿quién había notado que casarse viene de casa? El origen histórico parece relacionarse con la antigua costumbre de sacar a la esposa de casa (o sea, del clan) del padre y meterla en el propio, pero aunque sepamos esta historia, es difícil notar en el uso normal de la palabra casarse cualquier rastro de ese sustantivo que designa una vivienda.

¿Y quién se había parado a pensar que la palabra verdugo viene de la palabra verde? El verdugo era una rama verde y flexible que se utilizaba para pegar y azotar, y como el que la manejaba se encargaba de administrar los castigos, de ahí pasó a designar a la persona que manejaba la vara, fuera cual fuera el castigo –esto de pasar el nombre de una cosa a otra con la que se relaciona, por cierto, se llama metonimia–. Y la última: ¿que amargo está en amarillo? Pero las cosas son así y cuando analizamos con la cabeza lo que nos rodea todos los días empezamos a observar propiedades inesperadas que merecen explicación.

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